martes, 28 de septiembre de 2010

Por qué hago huelga el 29-S.

Creo necesario empezar con una declaración de principios: no soy sindicalista, nunca lo he sido y no creo que mi individualismo visceral me permita serlo en el futuro. Pero mañana voy a hacer huelga. Y las razones son, esquemáticamente, las siguientes:

1.- La política de las naciones u otras organizaciones políticas supranacionales no puede estar marcada por las corporaciones financieras internacionales o grupos de presión económicos. Esto es lo que está pasando en nuestro país y en la Unión Europea (en Estados Unidos ha pasado siempre), que está rectificando décadas de mejora del Estado del bienestar en pro de los intereses de la doctrina liberalista más radical. Soluciónense las tormentas monetarias, las especulaciones con la moneda, los ataques financieros contra los países en los mercados internacionales con la criminalización, captura y entrada en prisión de los responsables de los mismos. Por mi parte, me niego a ver cumplidos los vaticinios de los cómics futuristas que auguran un futuro controlado por multinacionales sin escrúpulos.

2.- El fondo de la reforma supone una regresión sin precedentes de los derechos de los trabajadores españoles: se amplían las causas de despido objetivo y “express”, limitando al tiempo su control judicial o administrativo, abaratando al máximo las indemnizaciones que, además, son pagadas en parte con dinero público, esto es, de todos los trabajadores (incluido el propio despedido!); se acaba de un plumazo con la estabilidad en el empleo; se priva de contenido a la negociación colectiva, dejando en manos del empresario la regulación de las condiciones de trabajo. Me niego a igualarme a los chinos en derechos laborales para que nuestra economía reciba el “placet” de los especuladores internacionales.

3.- El apoyo a las organizaciones sindicales. Con motivo de la huelga, la derecha más reaccionaria (que en nuestro país es casi toda) ha aprovechado para deslegitimar a los sindicatos. Los grupos mediáticos jotapedristas o similares (Mundo, ABC, Razón, Intereconomía), secundando a su lideresa natural (Esperanza Aguirre, que Dios confunda), han arremetido (embestido diría yo, pues atributos no les faltan) contra ellos con el único propósito de eliminarlos de la vida pública y, así, dejar las manos libres a los empresarios que les jalean. Encabezados por Díaz Ferrán (¡qué gran modelo!), están ansiosos por, libres de incómodos intermediarios y a través de la coacción más rastrera (con 4 millones de parados, a ver quién es el valiente que le dice que no a su patrón, que le puede echar por cuatro perras), hacer y deshacer a su antojo, convertir a los trabajadores en una fuerza de producción más, como la electricidad o las materias primas. Tristemente, hay trabajadores en nuestro país, curritos como yo, que dan pábulo a tales medios y se suman a los ataques contra las mismas organizaciones que son responsables del establecimiento de un salario mínimo, de una jornada laboral, de las vacaciones pagadas, de la prohibición del trabajo infantil en las minas, etc. Me niego a que el movimiento obrero, que ha pagado (hemos pagado) con miles de muertos en la lucha, quede acogotado por los explotadores de siempre.

4.- Efectivamente, así no, ZP. Yo no te he votado para que, al margen de lo prometido en tu programa electoral, me des esta bofetada en los morros. Los trabajadores no podemos pagar la crisis con la que se han beneficiado los que ahora también se van a beneficiar con las reformas del derecho laboral. No puedes ser tú también cómplice de los que llevan toda la historia de la humanidad abusando de sus congéneres, de esos que aprovechan cualquier situación para, primero, vaciarnos los bolsillos, después quitarnos derechos y finalmente, arrebatarnos la dignidad. Porque, ZP, se han reído de ti. Has hecho las reformas que quería la patronal y el PP, que ha pasado por esto sin mancharse y que, además, ahora se proclama desvergonzadamente como el partido de los trabajadores. Y, probablemente, te van a echar de la Moncloa. Por tonto. Yo, por mi parte, sé que poco puedo hacer para enmendar esta situación, pero hago huelga porque me niego a volver al siglo XIX sin, por lo menos, dar un puñetazo en la mesa.

domingo, 19 de septiembre de 2010

La jugada maestra de las primarias socialistas en Madrid.

Miradas cómplices entre los pretendidos contendientes.
Mas apurado por la jaula de grillos que era el PSM (cuyo máximo exponente fue el tamayazo) que por las reiteradas derrotas del PSOE en las elecciones a la Comunidad de Madrid y al Ayuntamiento de la capital, ZP encumbró a la Secretaría General del partido en Madrid a Tomás Gómez. Seguro que veía en él un reflejo de su propia personalidad y del empuje que le había llevado a él mismo unos años antes a la máxima responsabilidad nacional en el partido y en el gobierno de la nación.

El trabajo de Tomás en el PSM, pacificando lo que era un campo de batalla entre banderías varias y dando respuesta puntual a los desvaríos de algún caradura con carné, no se puede negar que ha sido excelente. No se puede negar y nadie lo niega. ZP tampoco.

No obstante, veía Zapatero que, de puertas del partido hacia fuera, el nombre de Tomás Gómez era poco conocido por el ciudadano de a pie. Ya se encargaban los medios madrileños (todos ellos forofos de la Espe) de ningunear al líder socialista, eclipsado siempre por la radiante luminosidad de la “lideresa”.

Algo había que hacer para revertir esta situación, para conseguir que los medios, incluso los ultraaguirristas, no pudieran evitar hablar de Tomás Gómez, quien tenía que ser noticia cada día. Y habida cuenta de los tiempos de crisis que vivimos, un dispendio extraordinario en una campaña de marketing que hiciera a Tomás tan popular como la cocacola, quedaba descartado. Había que encontrar un sistema barato y efectivo.

La solución estaba en los propios estatutos del partido: las elecciones primarias (nada gusta más al español medio que ver a dos tipos tirándose los trastos a la cabeza). Se trataba de provocar una confrontación electoral previa a las elecciones autonómicas de 2011 para así poner el foco en el candidato socialista. El problema era que, habida cuenta del apacible estado del PSM, no parecía que fuera a surgir de manera espontánea entre los afiliados alguien con ganas de disputarle el puesto a su secretario general. Por otro lado, la aparición en escena de un desconocido segundón hubiera sido una excusa perfecta para que los medios del régimen aguirrista se lanzaran contra Tomás Gómez, desprestigiándole en su condición de perverso sátrapa candidato del aparato frente al Robin Hood de las bases descontentas y oprimidas. Y ya sabemos lo que nos gusta apoyar a David en su eterna lucha contra Goliat.

Así pues, se pergeñó la jugada maestra: el candidato rival tenía que provenir de una instancia superior a la del propio PSM y, además, ser de una relevancia pública tal que el pobre Tomás Gómez apareciera frente a él como un mindundi. Al final él fue ella, y Zapatero, desde su omnímoda posición de Presidente del Gobierno de España y de Secretario General del Partido Socialista Obrero Español, señaló nada menos que a Trinidad Jiménez, la ministra estrella de su gabinete, la líder socialista más mediática y telegénica, como su apuesta para recobrar la Comunidad de Madrid.

Simplemente genial. Tal y como se había planeado, los medios (aguirristas o no) han otorgado a Tomás Gómez el papel de David frente a la Trini Goliat, que aparece siempre apoyada por todos los pesos pesados del partido. Gracias a esta inteligente estrategia, tras las primarias, que yo creo que ganará Tomás, éste saldrá con una imagen impecable y con media campaña electoral hecha.

Yo no sé si esto ha sido así. Seguramente no; pero convendrán ustedes conmigo en que, de esta manera, todo tiene sentido.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Un Príncipe injusto y paleto.

La selección española de fútbol ha sido galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes. De nuevo, el premio recae en un equipo/deportista español que acaba de obtener un éxito internacional puntual.

A mí, que me alegró el triunfo mundialista, no me parece bien. Estimo que un premio de estas características, un premio que aspira a ser el Nobel español, debe reconocer una trayectoria, una aportación especial o un logro extraordinario dentro del ámbito en el que el premio se otorgue. Premiar por un éxito puntual (y por ello efímero), además a un paisano, resulta pobre y chauvinista. Si la selección hubiera alcanzado los cinco títulos por los que se premió a la brasileña, seguro que lo merecería, pero, nos resulten más o menos entrañables los futbolistas que forman la selección, no han hecho nada diferente a lo que ya hicieron otras selecciones nunca premiadas, y desde luego, no se acercan todavía a los anteduichos cinco títulos de Brasil, los cuatro de Italia, tres de Alemania, o dos de Argentina (que ayer nos metió cuatro) y Uruguay. ¿Tenemos más méritos que ellos? Objetivamente no. Haciendo un paralelismo con el Nobel, imaginemos el ridículo que se produciría si le dieran el de literatura a Stieg Larsson por su famosa y excelentemente vendida trilogía Millennium. Seamos serios.

Así pues, la fundación responsable, ha convertido el Príncipe de Asturias de los Deportes en un premio paleto, que pone la lupa en lo local sin otras consideraciones de mayor enjundia. Aunque esto no es de ahora. De los 24 premios Príncipe de Asturias de los Deportes otorgados hasta la fecha, once han sido para españoles. Casi la mitad. España es hoy un referente mundial en el deporte, desde luego, pero que de cada dos, un premio sea para nosotros, es sin duda excesivo. Podríamos repasar la lista y no dudaríamos en tachar a algunos de los galardonados. Son evidentes los méritos de Samaranch, Induráin, Estiarte o Ballesteros, sí, pero los demás sin duda sobran. Chusco y paleto por partida doble (por su condición de asturiano) es el premio a Fernando Alonso: un único campeonato del Mundo frente a la extraordinaria trayectoria de éxitos de Michael Schumacher, que tuvo que esperar dos años más para obtenerlo. Capítulo aparte merece Rafa Nadal, en quien concurren todas las condiciones necesarias, pero a quien se lo dieron demasiado pronto (¿qué reconocimiento recibirá cuando, con muchos más méritos acumulados, se retire?).

El premio, además de paleto, es también injusto, pues selecciones españolas de otros deportes y atletas individuales de otras modalidades, con una estela de éxitos mucho más contundente y extraordinaria que la selección de fútbol, sistemáticamente se quedan fuera por no ser su deporte de seguimiento más o menos masivo. Sin ir más lejos, Edurne Pasabán (porque la coreana ha mentido), también en la carrera por este premio, es un ejemplo de deportista a quien la Fundación debería tener como modelo cuando delibere sobre la identidad de los premiados.

Y una última cuestión: ¿quién recogerá el premio? ¿Íker Casillas, el capitán de la selección o Ángel María Villar, el sonrojante presidente de la Real Federación Española de Fútbol? La cosa tiene su guasa.