jueves, 22 de marzo de 2018

Valores para todos: ese rugby noble y confiado.

¿La arbitrariedad es uno de los valores del rugby?

Hace 30 años España, en un día lluvioso, venció a Alemania en el Campo Central de la Ciudad Universitaria por 50 puntos. El otro día, en ese mismo campo, ahora bautizado con el nombre de Estadio Nacional Complutense, y con un tiempo igualmente desapacible, la Selección Española de Rugby le metía 80 a esa misma selección alemana. Y aquí terminan las coincidencias. Frente a aquel partido intrascendente, éste abría de par en par a los Leones (o eso parecía) la puerta a su segunda participación en el Campeonato del Mundo de Rugby. Frente al escaso centenar de aficionados, todos jugadores o exjugadores, que presenciamos aquel partido, 16.000 personas, un Ministro, un Rey y las cámaras de televisión del canal público de deportes, fueron esta vez testigos del despliegue de juego y ensayos de los nuestros. Frente a la cuasi clandestinidad de aquel primer enfrentamiento, la líder de audiencia de las mañanas de televisión publicaba orgullosa un selfie en su cuenta de Instagram sentada en la grada del estadio, y el primer diario deportivo de España dedicaba la portada del lunes siguiente al triunfo de nuestra selección.

El auge del rugby en España en estos 30 años ha sido espectacular. El número de jugadores se ha multiplicado y centenares de niños se acercan sin miedo, animados incluso por sus propios padres, a practicar un deporte duro, exigente en lo físico como ningún otro. Y esto ha sucedido, entre otras cosas, por la aureola de caballerosidad que rodea al rugby y los valores de nobleza, respeto, solidaridad y fair play que pregona.

Y todo iba rodado para España hasta que lo que parecía un trámite contra una selección belga más que asequible para estos Leones hambrientos de gloria, se convirtió en un muro infranqueable.

A estas alturas de la película nadie cuestiona la torticera intervención del Presidente de la federación europea, rumano, y del árbitro del partido contra Bélgica, rumano también como los dos jueces de línea, para favorecer de manera ilegítima a la selección, claro, rumana, que habría quedado apartada de la clasificación directa para el mundial si España hubiera ganado ese partido.

Pero España no pudo vencer. No le dejaron ni competir. Y además, frente a esos valores que este deporte promete, algunos jugadores españoles asediaron al árbitro al finalizar el partido. Esto, que sucede día sí y día también en el deporte que de manera casi monopolística ocupa los medios de comunicación, es ciertamente extraño en el rugby. Pero más extrañas aún son las circunstancias que lo provocaron, con evidencias de parcialidad en el arbitraje y acusaciones de oscuros intereses del presidente de la federación europea en los derechos televisivos del mundial de rugby en su país, Rumanía.

Pues bien, con todo esto sobre la mesa, no han tardado algunos de los recién llegados al rugby, y que en el fútbol aplauden las coacciones a los árbitros, antes, durante y después del partido, en gritar en una indisimulada revancha a la cara de los jugadores de rugby “sois como todos”. Sois como todos y el rugby es un deporte como otro cualquiera. Otros, desde nuestro lado, se rasgan las vestiduras como plañideras venales ante el comportamiento de los jugadores y proclaman que los sacrosantos valores del rugby han sido pisoteados por ellos en esos escasos 3 minutos que tardó el árbitro en salir del campo, cuando, independientemente de que el resultado del partido haya estado predeterminado en los despachos, deberían haber mantenido la compostura y estrechado su mano agradeciéndole su participación.

No señores. A todos ellos hay que decirles que el rugby no es un deporte cualquiera. Que los valores de juego limpio, solidaridad y respeto están perfectamente vigentes porque son imprescindibles para que el mismo juego pueda llevarse a cabo. Y es que, al contrario de otros deportes, el rugby pertenece a quienes lo practican. Es un deporte hecho por y para los jugadores. El rugby es igualmente importante tanto si juegas tu partido en un campo embarrado y lo presencia por casualidad un hombre que ha sacado a pasear a su perro, como si lo juegas en el estadio de Twickenham ante 60.000 espectadores y con las cámaras de televisión de medio mundo repitiendo una y otra vez el espectacular ensayo de la estrella del momento.

Y precisamente por eso, porque el rugby pertenece a quienes lo practican, toda la estructura que hay a su alrededor (clubes, federaciones, árbitros, entrenadores y directivos) tiene como única razón de existir el ser garantes de que los valores que los jugadores representan en el campo están asegurados desde antes de que se calcen las botas. Y esto es lo que esta vez ha fallado.

Así lo reconoce la propia federación internacional (World Rugby) que, ante este escándalo internacional sin precedentes, ha abierto una investigación de oficio. Una investigación que no sabemos qué resultado dará pero que no puede cerrarse en falso con una sanción a los jugadores que, tras 80 minutos de juego sin una sola incorrección hacia un árbitro tramposo, le exigen explicaciones al final de manera airada. Sería un ejercicio de cinismo insoportable que se hiciera recaer en esa media docena de veinteañeros a quienes de manera injusta se les priva de su sueño y del resultado de su duro trabajo, la responsabilidad del desdoro que ha sufrido el rugby. No. Esta vez la responsabilidad está fuera del terreno de juego. Lo que sucedió tras el partido, siendo triste, es el resultado del incumplimiento de las obligaciones de quienes tienen como única misión (además bien retribuida) velar por la salvaguarda de los valores de nuestro deporte.

No han fallado los jugadores. No ha fallado el rugby. Han fallado sus administradores, en cuyas manos creímos que nuestro deporte estaba seguro.

4 comentarios:

  1. Bravo! Chapeau! A ver si lo leen tanto futboleros como rugbiers de cuna. Enhorabuena por el escrito. Gracias

    ResponderEliminar
  2. No veo yo a los jugadores del Atleti y a los del Madrid, tomandose unas cañitas, o comiendose unas lentejas juntos despues de que el uno al otro o el otro al uno (para que no haya suspicacias) la haya metido unos cuantos. En el rugby si. No veo yo a Jaime Nava o a Jesus Moreno al que tengo el gusto de conocer protestando al arbitro cuando le pitan un golpe que no ha sido, nosotros nos damos la vuelta, nos colocamos en nuestro sitio e incluso le preguntamos al SR arbitro si le parece bien los metros que hemos dejado. No se debieron comportar como lo hicieron al final del partido, pero lo que si reto a todos los futboleros que bajen un sabado a los campos de rugby para que vean a nuestros niños, aprendiendo disciplina, educacion y respeto para el SEÑOR arbitro y para los contrarios, y digo SEÑOR porque asi nos dirigimos al SEÑOR arbitro el que puede, que no todos pueden hablarle.

    ResponderEliminar
  3. Deberían publicar tu post como artículo de opinión en los periódicos digitales. Gran análisis del problema de fondo.

    ResponderEliminar
  4. Artículo infame. Cómo infame es lo que está pasando en el rugby hispano estas semanas... Sanción a los jugadores y expulsión de la federación ya!

    ResponderEliminar