Centenares de miles contra la gaviota carroñera. |
Para empezar, las elecciones andaluzas.
No es lo peor (para ellos) el enésimo fracaso de Javier Arenas Bocanegra, ni
que haya sido nuevamente incapaz de arrebatar el gobierno andaluz a la izquierda.
No. Lo peor (para ellos) es el auge de Izquierda Unida (¡los comunistas!), que
ahora va a poder condicionar y escorar hacia la izquierda las políticas siempre
más moderadas del PSOE. Y esto va a ser una constante en los próximos años, hasta
que los socialistas sean capaces de rehacerse del varapalo de las pasadas
elecciones.
Y para seguir (porque esto no
parece que vaya a terminar aquí) la huelga y la multitudinaria manifestación de
ayer (todavía no doy crédito), que ha sacado a la calle a gente que habitualmente
no se manifiesta. Por algunas de las caras que vi, por los pendientes de perla
y miradas de despistados, me atrevería a decir que había incluso gente de
derechas de toda la vida (como Dios manda), que se han dado cuenta de que a sus
hijos los van a tratar como mercancías y, claro, no les parece bien. Porque
esta desvergüenza pepera está dando lugar a que la gente despierte, a que se
reconozca en lo que es y a que se estrechen lazos de clase durante mucho tiempo
dormidos.
Lo peor que le ha pasado en la
historia al trabajador de la Europa Occidental ha sido la caída del Muro de
Berlín. Mientras existía la amenaza comunista, el capital, miedoso como es, ofreció
al obrero una serie de derechos y ventajas (sanidad, educación, participación
en los beneficios económicos de la nación…) para evitar perder su posición de
dominio. Una revuelta comunista en Europa era imposible, pues hasta el último
de los obreros tenía más que perder que ganar con ello (¡si hasta tenía tele!).
Pero hundida la URSS, los capitalistas perdieron el miedo, empezaron a hablar
del fin de la historia y de la ideología única (la suya), y a poner los
cimientos de este combate que estamos padeciendo contra el estado social, con
el propósito de devolvernos a las relaciones laborales/sociales del siglo XIX. Casi
lo han conseguido; en eso están, pero que no olviden que, por mucho que les
pese, Marx tenía razón en la concepción dialéctica de la historia.
Pero quizás esta vez han mordido
más de lo que pueden comer: están traspasando con total desfachatez las líneas
rojas para invadir de lleno la dignidad personal de los trabajadores. Y ahora,
cada cuatro años hay elecciones, y puede que, no sólo salgan disparados del
gobierno de la nación, como sin duda saldrán, sino que quienes entren den la
vuelta a la tortilla de una manera que no se esperan. Veremos lo que va
sucediendo en las próximas elecciones en los demás países de Europa. Veremos
cuánto tiempo perdura ese monocorde gobierno de derechas que hay hoy en Europa.
Francia, Alemania, Italia, Reino Unido… ¿Cuánto más va a aguantar la gente a que
los tecnócratas a sueldo de quienes les han empobrecido les quiten también los
pocos derechos y ventajas que les quedan por permitir el enriquecimiento de los
de siempre? La economía del miedo está explicada hasta la saciedad, pero ésta
sólo es posible en regímenes dictatoriales. Aquí tenemos a los deleznables
Jotapedros, Intereconomías y ansones intentando instaurar uno utilizando el
miedo y la mentira sistemática. Pero eso no parece que vaya a ser suficiente
(al menos para todos).
Disparar la pistola de Judas es
lo que tiene, que te revienta la cara.
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