jueves, 22 de marzo de 2018

Valores para todos: ese rugby noble y confiado.

¿La arbitrariedad es uno de los valores del rugby?

Hace 30 años España, en un día lluvioso, venció a Alemania en el Campo Central de la Ciudad Universitaria por 50 puntos. El otro día, en ese mismo campo, ahora bautizado con el nombre de Estadio Nacional Complutense, y con un tiempo igualmente desapacible, la Selección Española de Rugby le metía 80 a esa misma selección alemana. Y aquí terminan las coincidencias. Frente a aquel partido intrascendente, éste abría de par en par a los Leones (o eso parecía) la puerta a su segunda participación en el Campeonato del Mundo de Rugby. Frente al escaso centenar de aficionados, todos jugadores o exjugadores, que presenciamos aquel partido, 16.000 personas, un Ministro, un Rey y las cámaras de televisión del canal público de deportes, fueron esta vez testigos del despliegue de juego y ensayos de los nuestros. Frente a la cuasi clandestinidad de aquel primer enfrentamiento, la líder de audiencia de las mañanas de televisión publicaba orgullosa un selfie en su cuenta de Instagram sentada en la grada del estadio, y el primer diario deportivo de España dedicaba la portada del lunes siguiente al triunfo de nuestra selección.

El auge del rugby en España en estos 30 años ha sido espectacular. El número de jugadores se ha multiplicado y centenares de niños se acercan sin miedo, animados incluso por sus propios padres, a practicar un deporte duro, exigente en lo físico como ningún otro. Y esto ha sucedido, entre otras cosas, por la aureola de caballerosidad que rodea al rugby y los valores de nobleza, respeto, solidaridad y fair play que pregona.

Y todo iba rodado para España hasta que lo que parecía un trámite contra una selección belga más que asequible para estos Leones hambrientos de gloria, se convirtió en un muro infranqueable.

A estas alturas de la película nadie cuestiona la torticera intervención del Presidente de la federación europea, rumano, y del árbitro del partido contra Bélgica, rumano también como los dos jueces de línea, para favorecer de manera ilegítima a la selección, claro, rumana, que habría quedado apartada de la clasificación directa para el mundial si España hubiera ganado ese partido.

Pero España no pudo vencer. No le dejaron ni competir. Y además, frente a esos valores que este deporte promete, algunos jugadores españoles asediaron al árbitro al finalizar el partido. Esto, que sucede día sí y día también en el deporte que de manera casi monopolística ocupa los medios de comunicación, es ciertamente extraño en el rugby. Pero más extrañas aún son las circunstancias que lo provocaron, con evidencias de parcialidad en el arbitraje y acusaciones de oscuros intereses del presidente de la federación europea en los derechos televisivos del mundial de rugby en su país, Rumanía.

Pues bien, con todo esto sobre la mesa, no han tardado algunos de los recién llegados al rugby, y que en el fútbol aplauden las coacciones a los árbitros, antes, durante y después del partido, en gritar en una indisimulada revancha a la cara de los jugadores de rugby “sois como todos”. Sois como todos y el rugby es un deporte como otro cualquiera. Otros, desde nuestro lado, se rasgan las vestiduras como plañideras venales ante el comportamiento de los jugadores y proclaman que los sacrosantos valores del rugby han sido pisoteados por ellos en esos escasos 3 minutos que tardó el árbitro en salir del campo, cuando, independientemente de que el resultado del partido haya estado predeterminado en los despachos, deberían haber mantenido la compostura y estrechado su mano agradeciéndole su participación.

No señores. A todos ellos hay que decirles que el rugby no es un deporte cualquiera. Que los valores de juego limpio, solidaridad y respeto están perfectamente vigentes porque son imprescindibles para que el mismo juego pueda llevarse a cabo. Y es que, al contrario de otros deportes, el rugby pertenece a quienes lo practican. Es un deporte hecho por y para los jugadores. El rugby es igualmente importante tanto si juegas tu partido en un campo embarrado y lo presencia por casualidad un hombre que ha sacado a pasear a su perro, como si lo juegas en el estadio de Twickenham ante 60.000 espectadores y con las cámaras de televisión de medio mundo repitiendo una y otra vez el espectacular ensayo de la estrella del momento.

Y precisamente por eso, porque el rugby pertenece a quienes lo practican, toda la estructura que hay a su alrededor (clubes, federaciones, árbitros, entrenadores y directivos) tiene como única razón de existir el ser garantes de que los valores que los jugadores representan en el campo están asegurados desde antes de que se calcen las botas. Y esto es lo que esta vez ha fallado.

Así lo reconoce la propia federación internacional (World Rugby) que, ante este escándalo internacional sin precedentes, ha abierto una investigación de oficio. Una investigación que no sabemos qué resultado dará pero que no puede cerrarse en falso con una sanción a los jugadores que, tras 80 minutos de juego sin una sola incorrección hacia un árbitro tramposo, le exigen explicaciones al final de manera airada. Sería un ejercicio de cinismo insoportable que se hiciera recaer en esa media docena de veinteañeros a quienes de manera injusta se les priva de su sueño y del resultado de su duro trabajo, la responsabilidad del desdoro que ha sufrido el rugby. No. Esta vez la responsabilidad está fuera del terreno de juego. Lo que sucedió tras el partido, siendo triste, es el resultado del incumplimiento de las obligaciones de quienes tienen como única misión (además bien retribuida) velar por la salvaguarda de los valores de nuestro deporte.

No han fallado los jugadores. No ha fallado el rugby. Han fallado sus administradores, en cuyas manos creímos que nuestro deporte estaba seguro.

sábado, 6 de agosto de 2016

¡Vamos Leonas!

Estoy, sentado en el mismo sofá desde el que lo disputaré, a poco menos de cuatro horas del partido más importante de mi carrera deportiva. Nunca imaginé que fuera a ser en unos Juegos Olímpicos, en un torneo de rugby a siete, en la Selección Española femenina, y a punto de cumplir 54 años. Pero así han resultado las cosas, y no podría sentirme más orgulloso si estuviera yo en el campo disputando a los All Blacks la final de la Copa del Mundo en el mismísimo estadio de Twickenham.
 
Y me siento orgulloso porque ellas como nadie dan sentido a todo el esfuerzo que generaciones de jugadores españoles de rugby, rodeados de la incomprensión más absoluta, hemos dejado en los semiclandestinos campos duros o embarrados de la geografía española. Porque miro a las chicas, de las que apenas conozco nada ni en lo personal ni en lo deportivo, y me veo reflejado en sus caras. Me reconozco en su ilusión, en su ambición y en su amor y dedicación a este deporte del que tanto se habla, del que tanto se presume y del que tanto se ignora. Gracias a ellas, en España los medios tendrán que hablar por primera vez de rugby. Del deporte del rugby. Ya no bastará con la manida referencia a los valores éticos que lo identifican por parte de personajes que tan sólo aparecen en nuestro deporte coincidiendo con el glamour que acompaña a las grandes citas internacionales de las que, hasta hoy, hemos estado casi siempre ausentes.
 
“El rugby femenino no es ni rugby ni femenino”. Este viejo chascarrillo con el que todos, yo también, hemos sonreído desdeñosos en alguna ocasión, ahora (hace ya tiempo, en realidad) se nos demuestra en toda su estupidez. Porque nadie representa hoy mejor el espíritu que hemos mamado desde que por primera vez nos acercamos al rugby, que este puñado de chicas cuyo sueño ha sido y es dejarse la piel en el campo por ellas y para ellas mismas. Afortunadamente, además, tendrán a todo un país observando maravillado la belleza y espectacularidad con la que saben interpretar la versión reducida de nuestro deporte. Y junto a esos espectadores ocasionales, estaremos apoyando cada pase, cada carrera, cada placaje, todos quienes nos hemos calzado unas botas de tacos y hemos soñado con ganar a los All Blacks la final de la Copa del Mundo en el mismísimo estadio de Twickenham. Aunque ahora, cerca ya de los 54, yo casi prefiero disputar con ellas los partidos desde el sofá. Duele menos.

jueves, 15 de enero de 2015

El coñazo catalán.


Por allí se va a Madrid.
Nuestro común amigo Artur Mas ha convocado con casi nueve meses de antelación elecciones autonómicas, no sabemos si plebiscitarias. Hábil estrategia para conseguir el empacho de todos los españoles respecto de lo que algunos denominan finamente la cuestión catalana y que yo, de manera más tosca pero descriptiva, prefiero como tantos otros llamar el coñazo catalán.

Esta matraca catalanista, este amagar y no dar, esta amenaza constante con un pretendido marcharse “si no se nos reconoce nuestra especificidad”, ha llegado a causar más hartazgo que temor en el resto de los españoles. Porque todos sabemos, al igual que saben ellos, que no hay en la historia ninguna secesión sin una guerra de independencia previa, y no veo yo a los Mas, Homs, Junqueras, Tardás, Forcadells, abandonar sus enmoquetados despachos para empuñar un fusil o una azada y ponerse al frente de la horda revolucionaria que arremeta contra la guardia civil (¡o los propios mossos d’escuadra!).

Porque ¿de qué especificidades estamos hablando? ¿La lengua? Lo único que les falta es la prohibición radical a pensar en castellano en Cataluña. ¿La cultura? La Generalitat tiene el 100% de competencias sobre la materia, y enormes cantidades del dinero de todos los españoles se destinan a su promoción (de la buena y de la mala). ¿La Hacienda Catalana?¡Aaaaamigo! Aquí está el quid de la cuestión. ¡La pela es la pela! La exigencia de un concierto económico con el Estado en línea con el infumable cupo vasco, y no digamos del escandaloso y encubierto cupo navarro (muy ilustrativa es la reflexión que hacía Juan Mari Bandrés ya en 1983 http://elpais.com/diario/1983/11/15/economia/437698803_850215.html), es lo que ha hecho de detonante de este penúltimo chantaje. La justificación es la entelequia de una Cataluña como sujeto fiscal, saltándose a la torera que éste es el ciudadano, viva donde viva, y que, efectivamente, de lo que se trata es de que los que más tienen paguen más para que los que menos tienen vivan mejor.

Últimamente, y además de esas reivindicaciones tradicionales, tomó fuerza otra: la de la jurisdicción exclusiva catalana, para que el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña fuera la última instancia, y así impedir que la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo español pudieran entrar a conocer de asuntos catalanes. No se les puede negar que fueron previsores. Ya veían venir todo el tema de los Pujol y el chiringuito financiero catalán que les acompaña (en el que está pringada toda la burguesía catalana), y ahora con la ciudadanía más alerta ante los corruptos y más difícil de distraer con banderitas (aun así algunos siguen picando) y pretendidos ataques a Cataluña, iba a resultar más difícil escaparse que cuando lo de Banca Catalana. No es casualidad que esa reclamación tome fuerza tras el último estudio de la Comisión Europea sobre la corrupción política e institucional, que sitúa a Cataluña como la región más corrupta de España y una de las peor gestionadas de la UE (puesto 130 de 172 del ranking de "calidad del Gobierno", a la altura de algunos de los territorios más corruptos de Europa, situados en Italia, Grecia y las repúblicas exsoviéticas).

Pero tampoco hay que negar la habilidad de un Mas que se ha enganchado ahora a un independentismo que despreciaba para distraer a los catalanes de su seguidismo en lo económico de ese Rajoy al que tanto denuesta y cuyo austericidio merkeliano sigue a pie juntillas. De momento le ha ido bien, y frente a la contestación en toda España contra los recortes económicos, sociales y de libertades, ha podido sortear su responsabilidad en el asunto señalando a una España que les roba y haciendo desfilar tras la cuatribarrada a los mismos ciudadanos a los que pisotea (¿se acuerdan de la utilización de Gibraltar por Franco?).

La búsqueda del encaje de Cataluña en España. Vano emprendimiento el de quienes apuestan por fórmulas federales (mi opinión ya la plasmé en http://estabanavisados.blogspot.com.es/2012/09/rubalcaba-el-nacionalismo-todo-es-de.html), por cualesquiera otras o por el “buenismo” de llamar a las partes (sean quienes sean éstas) a un indefinido diálogo sobre asuntos de los que, por otro lado, no pueden disponer por sí solos. Nunca se llegará a una solución, pues siempre quedarán agravios por inventar, parcelas de poder a las que aspirar o diferencias artificiosas que explotar.

Hoy, como siempre, se trata por la oligarquía catalana de la búsqueda del privilegio. Un privilegio que les permita mantener su corrupto chiringuito sin injerencias exteriores. Y lo más triste y grotesco es que hijos y nietos de inmigrantes tratados como mercancía por la burguesía catalana en el franquismo, se muestran hoy dispuestos a dar su sangre para que éstos mantengan su cortijo y continúen explotándoles a ellos y a sus hijos como ya hicieron con sus padres y sus abuelos (tal vez, el personaje más ridículo de esta historia (y ya hay que afinar) es ese David Fernández Ramos, líder independentista de la CUP, que, de padres labradores zamoranos, no ha encontrado otro medio de catalanizarse que intercalar una i entre sus españolísimos apellidos).

No recuerdo quién dijo que lo único que une a todos los españoles es que ninguno quiere serlo. Pues bien, amigos Mas, Homs, Junqueras, Tardás, Forcadells, Fernándeces (¡!) y todos los que se arropan con vosotros bajo la estelada, ha sido un largo viaje para volver a casa. Benvinguts!

Termino con un enlace que cuenta la historia oscura de este Artur Mas flamante redentor de independentistas y que yo desconocía: http://www.tiempodehoy.com/espana/la-historia-desconocida-de-artur-mas

viernes, 15 de marzo de 2013

Hipotecas e "hijosputa".

Perdona, ¿te conozco?

Como estaba cantado, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea ha sentenciado que la Ley Hipotecaria española no garantiza los derechos de los consumidores y es manifiestamente contraria al Derecho Comunitario.

Ha hecho falta que sea un tribunal “foráneo” el que haya proscrito por fin la renombrada estafa hipotecaria en España. Ahora el Gobierno, que siempre se ha negado a modificar una coma de la ley defendiendo con uñas y dientes a los bancos frente a los ciudadanos a quienes dice representar (y que increíblemente le han aupado al poder), correrá para “adaptar” la norma española a la interpretación más estricta posible de la sentencia, mirando con lupa cada punto y cada coma para no ir ni un milímetro más lejos de lo que la sentencia impone. Ganará así tiempo hasta que otro gobierno de signo distinto solucione el tema como es debido, o hasta que otra sentencia vuelva a obligar a una nueva revisión.

Esta vez la Unión Europea nos ha servido para algo. Pero al hilo de esto hay un tema colateral que merece estudio: la Comisión Europea, ese directorio de sátrapas, que no representan a nadie y que se ciscan literalmente en los ciudadanos europeos desde sus poltronas, sueldos millonarios, trapicheos y privilegios de todo tipo y condición, ha incumplido de manera flagrante con su misión de “Guardián de los Tratados”. Y no en un asunto menor e ignoto: el drama de las hipotecas y desahucios en España ha sido portada de los periódicos de medio mundo desde hace algunos años ya.

Pero claro, es algo que afecta a los pobres, y para ellos no está hecha esta Unión Europea de mercaderes, banqueros, estraperlistas, especuladores y presidentas de Alemania.

No quiero terminar este post sin citar a "nuestro" comisario Joaquín Almunia, perfecto prototipo de miembro de esa casta extractiva que se ha adueñado de la democracia española, quien en una época nos engañó diciéndose sindicalista primero y socialista después (¿tendrá aún carnet del PSOE?), y que ha terminado siendo un adalid de los recortes y de la opresión económica y social sobre los más necesitados. ¿Tú tampoco sabías nada? ¿No se te había ocurrido pensar que quizás fuera más importante actuar contra el injusto sistema hipotecario español que despotricar contra el raquítico sistema de pensiones? ¿O es que estabas preparando tu salida de la Comisión para aterrizar en el consejo de administración de algún banco? ¡Cómo se puede ser tan traidor a unos principios para cuya defensa se te ha encomendado!

Pues eso, que el drama de las hipotecas está directamente relacionado con el hijoputismo que desde tantos ámbitos nos gobierna.

viernes, 26 de octubre de 2012

¡Vergüenza!


Vergüenza sobre los vocales del Consejo General del Poder Judicial que no han asumido el informe que propone revisar los desahucios. Aquí están sus nombres y caras. Si les conoces, si conoces a sus hijos, a sus cónyuges, a sus hermanos, a sus padres; si eres su vecino, su portero… pregúntales cómo es posible tener tan poca sensibilidad humana y no avergonzarse de sí mismos al mirarse al espejo. Cómo pueden hablar con sus hijos, sus nietos, sus amigos, sus vecinos, cuando todos saben lo que han hecho, cuando saben que son indiferentes al sufrimiento humano. Son también cómplices por omisión de las muertes, de los suicidios, del hambre, de la miseria que esa ley injusta provoca.

Aquí están: 
Gabriela Bravo Sanestanislao

Fernando de Rosa Torner

Antonio Dorado Picón

Concepción Espejel Jorquera

Almudena Lastra de Inés

Margarita Uría Etxebarría
Si te los encuentras en misa, pregúntales qué es lo que les importa, qué es lo que entienden por ética, moral y caridad.

martes, 25 de septiembre de 2012

Rubalcaba: el nacionalismo (todo) es de derechas.


Alfredo Pérez Rubalcaba pretende inocular la vacuna del federalismo para terminar con el independentismo catalán. Vana ilusión. Los nacionalismos en España no tienen ni tendrán final porque el nacionalismo es un chollo. Aquí han aparecido partidos nacionalistas en todas partes, incluso en Madrid (o lo que es incluso más risible, en Canarias), porque en este país, los nacionalistas, los líderes de los partidos nacionalistas, han sustituido con éxito a la gran figura de la política española de todos los tiempos: los caciques. Y los caciques lo que siempre han querido y quieren es que el pastel no se lo reparta nadie sino ellos.

El problema de los nacionalismos radica en el artículo 150 de la Constitución, que permite transferir competencias estatales a las Autonomías. Esto es el cuento de nunca acabar: jamás van a terminar las reivindicaciones autonómicas porque siempre hay nuevas esferas de poder (y de dinero) que conquistar.

Está claro que las Autonomías han sido muy útiles para la distribución de la riqueza y para el desarrollo armónico de España en los últimos años. Pero también es cierto que la deslealtad de los gobiernos de algunas de ellas ha provocado un estado de tensión permanente en las relaciones Estado-CCAA y, lo que es peor, entre los ciudadanos de las diferentes regiones de España. Ahora, además, y por culpa de la crisis económica que padecemos, algunas de cuyas causas tienen origen en el despilfarrador e ineficiente estado autonómico del que nos hemos dotado, las autonomías suponen un lastre económico casi imposible de salvar (un buen reflejo de esto son ridículas instituciones autonómicas que pagamos con nuestros impuestos, como el absolutamente innecesario Servei Meteorològic de Catalunya, cuyo extenso y caro organigrama puede consultarse aquí: http://goo.gl/baQiK).

Amigo Alfredo: ¿de verdad crees que en un estado federal los nacionalistas catalanes iban a cerrar sus inconstitucionales “embajadas”? ¿De verdad crees que se iba a dejar de tergiversar la historia de España en los colegios para alentar las ensoñaciones nacionalistas? ¿De verdad crees que no van a seguir pidiendo más dinero del que les corresponde con base en entelequias de déficit fiscal?

España, y eso te lo dirá cualquier constitucionalista, es ya un estado federal de facto. Los landers alemanes, los estados federados de EE.UU., los de Méjico, etc., no alcanzan el grado de autogobierno del que gozan Cataluña o el País Vasco.

Pero esto no importa: siempre va a aparecer un Ibarretxe o un Mas que tense la cuerda para que el resto de España, atemorizado (o eso creen ellos) ante la amenaza de la secesión, ceda a su chantaje.

Este estado de cosas sólo tiene una solución: la reforma constitucional, sí, pero de tal manera que, con la experiencia adquirida en estos años, se reduzcan las competencias autonómicas al límite necesario que asegure una mejor eficiencia en la gestión de los recursos públicos. Menos política y mejor gestión. Menos nacionalismo y más solidaridad. Porque es curioso que los nacionalistas más beligerantes sean siempre los de las regiones más ricas. Y si para ejemplo vale un botón, miremos a la Liga Norte italiana, que como aquí los partidos nacionalistas catalanes, pretenden no tener que contribuir con los recursos generados en su territorio al fondo de solidaridad que permite el desarrollo de las regiones más desfavorecidas del país.

Alfredo: hace ya tiempo que debimos quitarnos el complejo nacionalista periférico y dejar de pensar que la posición normal en el mundo de un catalán, un vasco o un gallego es el nacionalismo, y que, por tanto, el progresismo debe seguir esa misma línea. No señor. El progresismo debe seguir la línea de la libertad, de la solidaridad, de la justicia, de la fraternidad y de la igualdad entre los ciudadanos y entre los pueblos. Y estos valores son incompatible con el nacionalismo catalán, el vasco, el español o el nacionalsocialismo alemán, que, al final, en cuanto excluyentes por antonomasia, acaban convergiendo en lo mismo. Y si el PSC no está de acuerdo, pues que presente listas propias en las próximas elecciones, que ya está bien de templar gaitas.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Los comedores de patatas.

Animando a la búsqueda activa de empleo.
Este infame gobierno que nos está quitando en unos meses lo que ha costado generaciones obtener; este infame gobierno que miente por sistema; este infame gobierno que nos toma por idiotas cada vez que uno de sus miembros abre la boca; este infame gobierno de edecanes de los grandes grupos económicos; este infame gobierno de sectarios religiosos ultraconservadores; este infame gobierno de indignos que desprecian la necesidad y miseria a la que condenan a miles de familias españolas; este infame gobierno que nos mea y dice que llueve… Este infame gobierno ha subido el IVA de la carne y el pescado porque no son alimentos básicos. A este infame gobierno no le importa que nuestros hijos, como en los viejos tiempos a los que nos dirigen, se alimenten sólo de patatas si es que con ello pueden presentar a los grupos económicos cuyos intereses defienden las cifras macroeconómicas que les posibilitarán un mayor enriquecimiento.

Y este infame gobierno dice que es el gobierno de España.

jueves, 19 de abril de 2012

¡Vaya cadena de despropósitos!


Hechos:

1.- El Rey se rompe la cadera en Botsuana mientras está en una cacería de elefantes.

2.- Sale un chiquilicuatre con pinta de pijo relamido, que resulta ser nada menos que el VICEportavoz del PP (ahí es ná), y se permite poner al Jefe del Estado a los pies de los caballos insinuando que se ha ido sin conocimiento del gobierno.

3.- Bobadas varias de los miembros del gobierno sobre si se sabía o no se sabía que el Rey se había ido de caza (otra cosa son los comentarios de la oposición, que seguramente también desconocían los detalles sobre el viaje que ahora conocemos –véase punto 4).

4.- Sale a la luz que el viaje está pagado por el amigo del Rey que “consiguió” para España el contrato del AVE a la Meca.

5.- Se obliga al Jefe del Estado a pedir perdón en televisión de forma infantil (esto, si es que hay que hacerlo, se tiene que hacer por el propio gobierno con una nota de la Casa Real).

6.- No dimite nadie del gobierno.

Cuando redacté  mi post anterior, no se sabía el vital punto 4, que cambia por completo el panorama (afortunadamente sí que me referí a la necesidad de que el Rey alterne con individuos de diferente ralea en beneficio de los intereses de España, lo que nos ha servido, por ejemplo, para conseguir ese sustancioso contrato ferroviario desplazando a los franceses).

Lo único que chirría son los pobres elefantes (también dije que la caza –que me repugna- es una de las herramientas indispensables para la gestión de los parques nacionales, si es que se hace bien), pero dejando eso de lado quien merece una disculpa es el Rey.

El Rey nos sirve para eso, para hacer amigos, de los que España se aprovecha. Y a los amigos hay que corresponderles, y estos árabes son muy mirados para estas cosas. ¿Cómo va a desairar el Rey a ese señor por muy repugnante que nos resulte la caza de elefantes? ¿No se saca a cenar (y a lo que corresponda después) a los jefes de compras de cualquier empresa de medio pelo? Las relaciones personales son vitales en el mundo de los negocios, y en la política internacional, donde la mayoría de los actores cambian cada x años, más todavía.

Si tuviéramos un gobierno como corresponde, la sucesión de hechos tendría que haber sido la siguiente:

1.- El gobierno pide al Rey que agasaje al árabe como corresponda.

2.- El Rey se rompe la cadera en Botsuana mientras está en una cacería de elefantes invitado por ese señor.

3.- El gobierno sale en pleno a defender la gestión del Rey en interés de España.

Al margen queda su presunto affaire extraconyugal. Sería el primer Borbón que desaprovechara una ocasión así pero, en cualquier caso, eso es un asunto que tendrá que tratar con la Reina. 

Y que esto tenga que decirlo alguien como yo...

lunes, 16 de abril de 2012

¿Y si el Rey estuviera gagá y Rajoy fuera un incompetente?


El curioso incidente del monarca en Botswana tiene más facetas que un diamante bien tallado.

La primera, la absoluta falta de sensibilidad social de un rey que, en unos momentos de depresión económica sin precedentes, se da el lujazo de irse de cacería a un país africano.

La segunda, lo que es muy grave y a cualquier cargo público le costaría el puesto, que ese viaje se lo haya pagado un grupo de empresarios que viajaron con él en un avión privado y cuyos nombres, no me puedo explicar por qué, no han trascendido. Salpicada como está la monarquía por corruptelas varias, esto es a estas alturas inaceptable.

La tercera, que el sentir placer por la caza mayor, que de habitual consiste en ejecutar a un bicho que otro te pone a tiro, hace cuestionarse a qué lado de la escopeta está el más animal de los dos.

La cuarta, que la caza sea de elefantes, un animal que goza en casi todos los países en los que habita, de una protección especial. Y ello independientemente de que la caza sea uno de los medios de gestión de los parques nacionales para evitar la sobrepoblación de algunas especies que no pueden ser abatidas por los depredadores y que no tienen la salida de expandirse por otros territorios.

La quinta, que el presidente de honor de WWF sea un conspicuo cazador.

La sexta, que no es la primera vez que se le pilla al rey en una de estas: recordemos el oso borracho de Rusia.

La séptima, que el rey no puede poner en peligro la cohesión social de este país por darse un caprichito fuera de lugar en el fondo, en la forma y en razón de su casi octogenaria edad.

La octava, que el rey fuera a Botswana no sólo para cazar elefantes, sino también a alguna conejita de dos patas con quien ya se le había relacionado en el pasado.

La novena, que en su comportamiento privado (si es que lo tuviera, que yo lo dudo), el rey actúe con total desprecio al sentir general de los españoles, que consideran execrables este tipo de actividades.

Y la décima, y quizás la más importante, que el gobierno de España, que ahora está lleno de listos, no se hubiera dado cuenta de que el rey había salido de viaje y para qué.

Con todo esto (y seguramente con algo más), el rey ha demostrado que, a día de hoy, carece de capacidad para ejercer la jefatura de un estado como el español, quizás de mayoritaria ideología republicana pero de convicción juancarlista.

Yo, como puede suponerse, estoy en contra de la caza. Me parece que ese placer por matar que experimentan los cazadores deberían hacérselo mirar por un especialista, pero aun así, reconozco que el rey debe ser cazador. Y debe serlo porque no puede dejarse de lado la posibilidad de relacionarse socialmente con los típicos satrapillas que gozan con esta actividad. Debe ser cazador, esquiador, golfista, navegante, sportsman en general, para poder alternar en cualquier ocasión con quien sea necesario. Pero de ahí a que organice su vida y la de su país en torno a esas aficiones va un trecho.

Por otro lado, el pensar que el rey puede disponer de su vida privada a su antojo, creo que es desconocer su papel y las circunstancias en las que lo asumió y lo ejerce. Un rey no tiene que someterse a elecciones cada cuatro años, sino cada día. Ésa es la servidumbre que tiene tan alta dignidad (¿y si la cadera se la hubiera roto en un local de alterne en Bangkok?).

Y aquí es donde entramos en la responsabilidad del gobierno de Rajoy: si autorizaron el viaje malo, pero si lo desconocían, peor. Alguna cabeza tiene que rodar (y lo digo en sentido figurado, que cuando se habla de monarquía y de rodar cabezas, alguien puede querer ser demasiado literal). Esto por un lado. Por el otro, el Gobierno de España no puede dejar con el culo al aire al Jefe del Estado: si éste se ha ido sin permiso, no debe reconocerlo así, sino lavar ese trapo sucio en casa y adoptar las medidas necesarias para que el rey no vuelva a hacer de su capa un sayo (esas medidas debería haberlas tomado hace tiempo para prever estos y otros conocidos desvaríos de Don Juan Carlos).

Comparto al cien por cien las declaraciones de Tomás Gómez, seguramente el único que ha hablado con sensatez y firmeza en este asunto. Al rey le quedan cada vez menos años por vivir, y seguramente tiene derecho después de sus grandes e innegables servicios a España (por otro lado bien retribuidos), a elegir cómo quiere pasarlos. Pero si su elección es incompatible con la alta dignidad que su puesto requiere, tiene que abdicar en su hijo, lo cual no es ninguna tragedia ni ningún desdoro. Así, podrá ganarse el derecho a una vida privada que yo, desde luego, al Rey de España no le reconozco.

miércoles, 4 de abril de 2012

¿Y qué dice la Iglesia...


…de la ciudad del juego en España?

¿Cuál es su posición pastoral con respecto a un negocio que estimula los más bajos instintos de los ciudadanos?

No por casualidad a Las Vegas, la de verdad, se le conoce con el sobrenombre de sin city. ¿No va a abrir la boca Rouco sobre el proyecto español de la ciudad del pecado? ¿O tal vez piensa ya en celebrar en ella la próxima Jornada Mundial de la Juventud? Desde luego los chavales se lo iban a pasar mucho mejor, aunque, eso sí, en lugar de dormir en iglesias de barrio, tendrán que albergarse en casinos, salas de fiesta y prostíbulos. ¡Qué se le va a hacer!

A mí, que soy un rojo demoníaco, me llama la atención como dos partidos (PP y CiU) de esencia católica (o al menos eso dicen ellos), con dirigentes (algunos) de misa diaria y escapulario en el bolsillo, se estén disputando como lobos hambrientos la carroña del juego, la droga, el alcohol y la prostitución.

Lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas. Es un conocido adagio americano sobre el despendole sin consecuencias que se ofrece y se busca en esa ciudad por los ciudadanos estadounidenses de bien, esos que leen la Biblia a diario y que tienen en la boca a Dios y en la mano la pistola. Y eso parece que les hace tilín a los Aguirre, Botella, Montoro, Rajoy, Mas, Trías, Durán y todos los demás. A mí no me cuesta trabajo imaginarme a la Aguirre y a la Botella, cachondas donde las haya, de rodillas en la cama, en ropa interior, con una botella espumosa de champán en la mano y con la corbata de un musculoso y complaciente gigoló (liberal, eso sí), en la cabeza. ¿Y a usted?

viernes, 30 de marzo de 2012

El tiro por la culata.


Centenares de miles contra la gaviota carroñera.
Pues parece que al PP le puede salir más caro de lo que pensaba su depredación del contrato social y del pacto constitucional.

Para empezar, las elecciones andaluzas. No es lo peor (para ellos) el enésimo fracaso de Javier Arenas Bocanegra, ni que haya sido nuevamente incapaz de arrebatar el gobierno andaluz a la izquierda. No. Lo peor (para ellos) es el auge de Izquierda Unida (¡los comunistas!), que ahora va a poder condicionar y escorar hacia la izquierda las políticas siempre más moderadas del PSOE. Y esto va a ser una constante en los próximos años, hasta que los socialistas sean capaces de rehacerse del varapalo de las pasadas elecciones.

Y para seguir (porque esto no parece que vaya a terminar aquí) la huelga y la multitudinaria manifestación de ayer (todavía no doy crédito), que ha sacado a la calle a gente que habitualmente no se manifiesta. Por algunas de las caras que vi, por los pendientes de perla y miradas de despistados, me atrevería a decir que había incluso gente de derechas de toda la vida (como Dios manda), que se han dado cuenta de que a sus hijos los van a tratar como mercancías y, claro, no les parece bien. Porque esta desvergüenza pepera está dando lugar a que la gente despierte, a que se reconozca en lo que es y a que se estrechen lazos de clase durante mucho tiempo dormidos.

Lo peor que le ha pasado en la historia al trabajador de la Europa Occidental ha sido la caída del Muro de Berlín. Mientras existía la amenaza comunista, el capital, miedoso como es, ofreció al obrero una serie de derechos y ventajas (sanidad, educación, participación en los beneficios económicos de la nación…) para evitar perder su posición de dominio. Una revuelta comunista en Europa era imposible, pues hasta el último de los obreros tenía más que perder que ganar con ello (¡si hasta tenía tele!). Pero hundida la URSS, los capitalistas perdieron el miedo, empezaron a hablar del fin de la historia y de la ideología única (la suya), y a poner los cimientos de este combate que estamos padeciendo contra el estado social, con el propósito de devolvernos a las relaciones laborales/sociales del siglo XIX. Casi lo han conseguido; en eso están, pero que no olviden que, por mucho que les pese, Marx tenía razón en la concepción dialéctica de la historia.

Pero quizás esta vez han mordido más de lo que pueden comer: están traspasando con total desfachatez las líneas rojas para invadir de lleno la dignidad personal de los trabajadores. Y ahora, cada cuatro años hay elecciones, y puede que, no sólo salgan disparados del gobierno de la nación, como sin duda saldrán, sino que quienes entren den la vuelta a la tortilla de una manera que no se esperan. Veremos lo que va sucediendo en las próximas elecciones en los demás países de Europa. Veremos cuánto tiempo perdura ese monocorde gobierno de derechas que hay hoy en Europa. Francia, Alemania, Italia, Reino Unido… ¿Cuánto más va a aguantar la gente a que los tecnócratas a sueldo de quienes les han empobrecido les quiten también los pocos derechos y ventajas que les quedan por permitir el enriquecimiento de los de siempre? La economía del miedo está explicada hasta la saciedad, pero ésta sólo es posible en regímenes dictatoriales. Aquí tenemos a los deleznables Jotapedros, Intereconomías y ansones intentando instaurar uno utilizando el miedo y la mentira sistemática. Pero eso no parece que vaya a ser suficiente (al menos para todos).

Disparar la pistola de Judas es lo que tiene, que te revienta la cara.

miércoles, 21 de marzo de 2012

El campanu y el señorito.

Para quien no lo sepa, el “campanu” es el primer salmón que se pesca cada temporada en los ríos asturianos. Por el honor de comérselo (aun cuando su carne es exactamente igual al que se pesca en segundo o quincuagésimo lugar) algunos presumidos con dinero pagan miles de euros al pescador que lo obtiene. 

Un señorito, todos sabemos lo que es. 

El próximo fin de semana se celebran elecciones autonómicas en Andalucía y en Asturias. En el primer caso, tocaban, y en el segundo, son la repetición de las del año pasado, pues el Macho Cascos ha sido incapaz de entenderse con nadie para gobernar, cosa que, por otra parte, no era de extrañar. 

Parece que en ambos casos las cosas están en el aire. En Andalucía se ha ido recortando la ventaja con la que partía el PP, con lo que es posible que no alcance la mayoría absoluta que necesita para gobernar, y en Asturias pudiera ser que ganara el PSOE, pero sin mayoría suficiente, pues se prevé una coalición de derechas entre el PP y Cascos. Todos sabemos que el gobierno de la nación está retrasando la publicación de los presupuestos para que no se espante el votante andaluz y asturiano que aún tenga un mínimo interés en la defensa de lo público. No obstante, las medidas que está tomando ya permiten ver por dónde van a ir los tiros.

Ya he cargado en otros posts contra los ingenuos que creían que el PP iba a defender los intereses de los trabajadores. La reforma laboral les ha quitado la careta y parte de la cara dura con la que prometieron lo que sabían que no iban a cumplir. Si, realmente, nunca hubo lugar al engaño, ahora, con la información que nos ha proporcionado el PP en sus primeros meses de gobierno, asturianos y andaluces ya no tienen excusa. Su voto va a decidir en Andalucía si gobierna el señorito o el currante, y en Asturias si manda el que pesca el campanu o el que se lo come. Y las consecuencias van a ser tan obvias que no merece la pena ni dedicar dos líneas más a este post.

lunes, 13 de febrero de 2012

Todos los días pasa un tonto por la estación de Atocha (2).

¿De verdad alguien creía que los del PP iban a gobernar a favor de los trabajadores? ¿Todavía quedan gilipollas de este calibre? La reforma laboral del PP ha quitado la careta definitivamente a estos sinvergüenzas. Sinvergüenzas por mentirosos, porque con cada acción de gobierno están contradiciendo las pocas promesas que hicieron en campaña electoral; sinvergüenzas por ladrones, porque tienen en la agenda la privatización (el robo) de servicios y empresas públicos que entre todos construimos y que a todos nos van a quitar para entregárselos a sus amigos/amos para que hagan negocio a nuestra costa; sinvergüenzas por delincuentes porque no paran de orquestar conspiraciones, la última condenar al instructor del juicio, para que los ladrones co-partidarios de la Gürtel se vayan de rositas; sinvergüenzas por cohonestar los abusos de los empresarios sin escrúpulos que llevan años abusando de los trabajadores a su cargo; sinvergüenzas por tratar de ocultar las medidas que toman a sabiendas de lo escandalosamente abusivas que son; sinvergüenzas por construirse un Estado a la medida olvidando el pacto constitucional; sinvergüenzas, en fin, por gobernar para una reducida casta de este país (y de los demás) dejando en la cuneta a la inmensa mayoría (muchos de ellos, idiotas que les votaron) de los españoles.
Ahora ya sabemos por qué dijo Rajoy que las únicas plazas de empleo público que no se amortizarían serían las de la policía. Se va a armar gorda (¡eso espero!).

jueves, 26 de enero de 2012

¡Dios nos ponga donde haiga!

El ser juzgado por los iguales es la razón de ser del jurado popular. Que sean tus propios conciudadanos quienes juzguen si tu conducta es reprochable, si está dentro del tipo penal y, por ello, merece un castigo.
Antes que nada que conste mi frontal oposición al jurado. Cuando a uno se le rompe una tubería, llama al fontanero, cuando está enfermo va al médico y no pide opinión sobre si lo está a la portera de su casa. La administración de la justicia, la aplicación del Derecho, no es ningún juego y no puede tampoco quedar en manos de unos ciudadanos desinformados, para quienes la decisión de culpabilidad o inocencia de un reo es un acto extraordinario en su vida, un acto para el que carecen en absoluto de preparación. Por eso siempre se ha dicho que si eres culpable, mejor que te juzgue un jurado y si eres inocente un juez profesional. En ambos casos tus posibilidades de salir con bien son más elevadas.
Pues esto es lo que ha pasado. Nadie que haya asistido al juicio de Camps puede dudar de que él no pagó los famosos trajes. No hay ratero en este país que se haya librado con la mitad de las pruebas acusatorias que se han presentado contra el ex presidente valenciano (en realidad, no hay ratero que se libre con la simple identificación de la víctima). Y sin embargo, el jurado popular, los conciudadanos de Camps como él recalcó, le han declarado inocente (a él y al ridículo niñato pijo de Ricardo Costa –el de los 100 gramos de caviar).
La razón de esta barbaridad jurídica no creo que haya que buscarla sólo en la afinidad política de los jurados, que también. Va mucho más allá y entra en las profundidades de la manera de ser de los españoles, o al menos, dada su procedencia, de los valencianos. Igual que Berlusconi era el fiel reflejo de lo que le gustaría ser al italiano medio, y por eso jamás perdió unas elecciones; del mismo modo que OJ Simpson salió absuelto por un jurado identificado con sus éxitos deportivos pese a la evidencia de que había asesinado a su mujer y su amante; al igual que ellos y muchos otros, Camps se ha convertido en el paradigma de sus convecinos y por eso éstos no pueden condenarle. Revalidados en las urnas sus trapicheos, el jurado popular no podía por menos que considerar, en una mayoría de 5 a 4, que su conducta ha sido honorable.
O que quizás no lo haya sido, pero que ellos también hubieran hecho lo mismo de estar en su posición. Seguramente la distribución de votos en el jurado está en línea con la forma de ser de los ciudadanos de este país (al menos del País Valencià) de pícaros: de cada nueve, cinco se dejaría sobornar o robaría, que viene a ser lo mismo, si tuviera ocasión. Con esta mayoría sociológica de sinvergüenzas, qué podemos esperar de este país.

miércoles, 25 de enero de 2012

La privatización de la Soberanía Nacional.

Era sólo cuestión de tiempo. La aventajada alumna de Margaret Thatcher (esa gran amiga de Pinochet) que tenemos por presidenta de la Comunidad Madrid, la lideresa popular por excelencia, esa mujer “cojonuda”, en palabras de Díaz Ferrán, modelo por otro lado del empresariado español de abolengo, ha dado un definitivo paso adelante.
No conforme con la privatización de cualquier ente público (o sea, nuestro) que pueda repartir beneficios entre sus fieles amigos, ahora toca la soberanía nacional. Así lo ha anunciado sin sonrojo alguno: hará lo que haga falta para que se instalen en Madrid los mafiosos del juego de medio mundo. Gracias a ello se crearán miles de puestos de trabajo, abriéndose dos nuevos nichos de negocio para los emprendedores más decididos: la prostitución y el matonismo. Nuestras hijas e hijos tendrán así un prometedor futuro profesional por delante.
Claro que para ello hay que hacer algún retoque de menor importancia, como cambiar al antojo de los “empresarios” del juego las leyes emanadas del parlamento (nacional o regional). Es la empresa privada la que tiene que tomar el mando y decidir si lo que las leyes, máxima expresión de la soberanía popular, dicen vale o no vale para que ellos puedan hacer negocios a sus anchas y ganar todo el dinero posible. Dinero que sacarán de los bolsillos de los pobres idiotas que todavía creen que se puede ganar contra la banca (del casino, claro).
La privatización del parlamento. ¡Qué gran lección liberalista! ¡Y qué gran ahorro para el ciudadano! En época de recortes como la que vivimos, ¿qué mejor que sustituir las caras e ineficientes cámaras legislativas por un directorio de contables que analice los beneficios y costes económicos de cualquier iniciativa que pueda presentarse y decidir así sobre su aceptación?

lunes, 28 de noviembre de 2011

Hemos perdido el centro. ¡Por fin!

Las elecciones las gana quien gana el centro. Eso es lo que dicen y en esa estrategia se diseñan, no sólo las campañas electorales, sino también, parece ser, las acciones de gobierno.

No voy a entrar a discutir si esto es cierto o no, pero, en cualquier caso, aquella afirmación es incompleta, al menos para el Partido Socialista. Porque si es verdad que las elecciones se ganan con los votos de centro, no lo es menos que se pierden por la izquierda; en especial con los votos que no depositan en las siguientes elecciones los votantes de izquierdas desencantados de las políticas tibias (y a veces más que tibias) de los gobiernos socialistas.

Vistos los análisis publicados por los medios de comunicación sobre a quiénes han ido los votos del PSOE y de dónde han venido los del PP, parece que hay dos realidades incontestables: por la izquierda se han ido a la abstención y a Izquierda Unida (aparte de a algún otro partido minoritario), y por la derecha a UPyD. Los que han ido al PP (que sólo ha obtenido 500.000 votos más que en las elecciones anteriores), son muy poquitos, gracias a la irrupción del partido de Rosa Díez, que se está haciendo hueco como partido de centro, o, mejor dicho, como refugio de los centristas que votan ocasionalmente al PSOE y de los centroderechistas que no comulgan con los rancios pronunciamientos del PP en cuestiones sociales.

De continuar esta tendencia, se abre un panorama en el que el PP pasará a ser el partido de derechas sin complejos que anhelan muchos de sus votantes, UPyD el partido de centro con el objetivo de convertirse en bisagra (como todos los partidos de centro que en el mundo han sido –salvo la UCD de los primeros tiempos), y el PSOE, por fin, el partido que dé respuesta de una vez por todas a las demandas ya inaplazables del votante de izquierdas de este país.

Por eso yo me alegro de la irrupción de UPyD, en cuyo favor (y por ser de estricta justicia también) hay que reformar la Ley Electoral para que todos los votos valgan lo mismo. Lo mismo cabe decir de la tradicional sub-representación de Izquierda Unida, que ha dejado de ser perjudicada por la llamada al voto útil contra el PP. (Y con esta reforma, de paso, terminar con la dependencia de partidos nacionalistas periféricos para garantizar la gobernabilidad de España).

Y es que yo no estoy seguro de que sea beneficioso para el PSOE (para el socialismo desde luego que no) esa denodada lucha por un centro político voluble y que condiciona alguna de las señas de identidad del socialismo español. Porque, ¿cómo es posible que tras dos décadas y seis legislaturas de gobiernos socialistas todavía tengamos pendiente de resolución cuestiones como la correcta ubicación de la Iglesia Católica en la vida pública española o la laicidad de la enseñanza?

Los gobiernos del PSOE han significado siempre un enorme avance en cuestiones sociales respecto de los grises periodos gobernados por la casposa derecha española. Por eso da más rabia que, tras cada uno de los dos periodos de gobierno del PSOE, tengamos la sensación de que hemos perdido por haber decepcionado a “los nuestros” o, como se suele decir desde la cúpula del partido, “por no haber sabido explicar nuestra acción de gobierno”.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Todos los días pasa un tonto por la estación de Atocha.

Las inmediaciones de la estación de tren de Madrid han sido siempre escenario de timadores que, faltos de escrúpulos, se aprovechaban de los pobres paletos que, con su maleta de cartón atada con una cuerda, venían a la capital a intentar buscarse la vida escapando de las penurias del mundo rural. Ingenuos como eran, no dudaban en dar crédito a trucos tan viejos como la estampita o el tocomocho. Nos sorprende que todavía en nuestros días, estos mismos timos, tan soberbiamente interpretados por Tony Leblanc en el cine español, sigan teniendo éxito, pero no debería extrañarnos cuando el fundamento de los mismos es la cómplice maldad de quien finalmente acaba cayendo en ellos. Por eso mismo no compadecemos al timado, cuyo propósito inicial era aprovecharse de otro que se presentaba ante él en una posición de necesidad. Esto es lo que diferencia los timos clásicos de otras estafas más modernas y elaboradas: en aquéllos se castiga la codicia; en éstas se penaliza sólo la ingenuidad.

Mariano Rajoy comparece a las elecciones no como un timador clásico que busca la corrupción moral del engañado, sino como uno de esos taimados estafadores modernos que embaucan al personal con promesas vanas sin siquiera requerir de ellos esa complicidad que les hace tan moralmente execrables como a quienes finalmente acaban obteniendo el provecho económico que arteramente prometen. Se ha presentado ante nosotros con la desfachatez de pedirnos el voto sin decir una palabra de lo que va a hacer con él. Y, parece ser, una gran mayoría de españoles está dispuesta a dárselo.

Es curioso que, lo que en otros órdenes de la vida nunca haríamos, en política estamos dispuestos a aceptar. Porque, ¿quién entregaría su hijo a un desconocido que un día se presenta ante su puerta sólo basándose en la absurda promesa de que va a hacer con él lo que al niño más le conviene? ¿Y si ese desconocido viene, además, con el único aval de unos correligionarios que en otras partes ya han mostrado sus insanas perversiones?

El Partido Popular nos pide el voto sin desvelar ni una sola de sus intenciones. Y yo acepto que a quienes sean irremediablemente peperos y a quienes intuyan que se van a ver beneficiados económicamente por su política (porque siempre lo han sido), les parezca bien. Pero todos aquellos que no son ciegos partidarios ideológicos de la doctrina aznarista, tienen que hacerse valer un poco y exigir un mínimo compromiso, especialmente los que saben perfectamente que la clásica política del PP de convertir en el negocio de unos pocos lo que es derecho de todos les va a perjudicar económicamente.

Porque en estos tiempos de imperio rampante de los mercados y de retorno de las políticas económicas thatcherianas, tenemos que aprender de la derecha: dejar de lado ideologías y votar pensando en el bolsillo. Pero en el nuestro, no en el suyo.

martes, 8 de noviembre de 2011

El debate del debate.

Curioso mundo éste en el que lo más importante de un debate entre los dos candidatos a Presidente del Gobierno de la Nación (ahí es nada) para los próximos 4 años, es discutir sobre quién lo ganó.

Porque esto no es un partido de fútbol, en el que gana quien termina los noventa minutos con el marcador a su favor. No. Aquí hay que establecer unos parámetros, más o menos subjetivos, para dar un veredicto.

Un ingenuo podría pensar que quien tiene un buen programa y lo presenta mejor es el que gana. Pero ingenuos quedan pocos (o muchos: ya veremos el 21 de noviembre). Parece que de lo que se trata es de ver quién se sale con la suya: Rubalcaba de justificar la política del anterior gobierno y de presentarse para el futuro como el garante de la conservación de las conquistas sociales de los trabajadores, y Rajoy de mantener oculto su programa, de no decirnos que va, como suele hacer la derecha, a gobernar para los que lo necesitan menos.

Los medios hoy, en general, dicen que fue Rajoy quien mejor lo hizo, esto es, que logró salir del debate sin desvelar uno solo de los cogotazos que nos tiene preparados para la próxima legislatura. Y para ello no tuvo reparos en decir que él no se había leído su propio programa (eso ya lo sabíamos todos: la única lectura que se le reconoce en los últimos años es el Marca).

Y ahora, ya que no hay más debates, a los ciudadanos nos toca elegir: al aclamado como ganador del debate, o a quien sólo ha conseguido sacarle al otro que ni se ha leído su propio programa ni le interesa lo más mínimo lo que ponga en él.

Queda un último esfuerzo para que los tres millones de españoles que dicen que irán a votar pero que no saben (o no quieren decirlo) a quién, reflexionen sobre qué partido está en condiciones de garantizar mejor que el tránsito por los años duros no se va a hacer recortando derechos, y sobre qué partido va a aprovechar la coyuntura para terminar con las conquistas sociales de los ciudadanos y, de paso, hacer objeto de negocio todas y cada una de ellas. Tampoco estaría de más esta reflexión en los presuntos izquierdistas que nunca votan porque todos son iguales (de los anarquistas de derechas mejor no hablar, porque éstos sí que cada cuatro años son fieles a la llamada del cornetín pepero).

Habida cuenta de que en Madrid la Espe sigue sacando mayoría absoluta pese a las barrabasadas que viene haciendo legislatura tras legislatura, yo no soy muy optimista en lo que al número de ingenuos se refiere...

sábado, 20 de agosto de 2011

Siria Capital Madrid.

Ayer pudimos ver en televisión, casi sin solución de continuidad, imágenes del brutal comportamiento de los soldados sirios con los disidentes detenidos (patadas, pisotones, puñetazos…) e imágenes del chulesco y no menos brutal, arbitrario e indiscriminado comportamiento de la policía nacional en Madrid. La única diferencia era que los ciudadanos sirios estaban atados, con los ojos vendados y metidos en un camión (con lo que su destino me temo que va a ser más que complicado).

Para empezar, me resulta increíble el hostil tratamiento que ha recibido la marcha laica frente a la entrega de la ciudad a los representantes de las sectas católicas ultraconservadoras, con total desprecio a nosotros, los ciudadanos que pagamos los impuestos que luego utilizan como quieren.

Parece que esos muchachitos pueden hacer lo que les dé la gana, ahora hasta colarse en el metro. Sin embargo, quienes reclaman el cumplimiento de la Constitución son reprimidos a palos por quienes están obligados a defender los derechos de todos los ciudadanos. Porque si nosotros que no somos partidarios defendemos el derecho de los católicos, de los islamistas, de los judíos… a practicar, incluso en público, sus religiones, exigimos el respeto a nuestra ideología laica y el derecho constitucional a expresarla también en público.

Como decía, los policías sirios, perdón, españoles, han tenido un comportamiento en algunos casos criminal. Lo hemos visto todos: agresiones injustificadas, palizas a fotógrafos, porrazos a muchachas que pasaban por ahí, el bofetón del chulo con porra a una mujer (esperemos que este cobarde no se lleve “trabajo” a casa), y demás reminiscencias a grises franquistas. Esto es intolerable y el responsable, al tiempo que es procesado si procede, tiene que ser despedido. Primero el policía responsable y después quien le manda.

La Subdelegada del Gobierno en Madrid, que no sé cómo se llama ni me importa, tiene que, o bien marcharse a casa, o bien entrar a saco en los responsables directos de los abusos policiales. Y si esa señora se limitaba a cumplir las órdenes del Ministerio del Interior, entonces tiene que marcharse quien las dio. Y si se llega al Ministro, pues se llega.

Bastante nos cuesta explicar las medidas económicas regresivas del gobierno progresista para ahora tener que lidiar también con la brutalidad policial y el cercenamiento de la libertad de expresión de los ciudadanos. ¿Qué nos va a quedar como seña de identidad, ZP?

jueves, 23 de junio de 2011

El éxito de la corrupción moral vasca.

Ya se consumó el asalto al poder de Bildu/Batasuna/ETA. Por si alguien lo dudaba, el discurso del nuevo Diputado General de Guipúzcoa, Martín Garitano no deja lugar a engaños: conflicto vasco, victimización de los verdugos, negociación ETA-Estado, asesinos entre los invitados a la toma de posesión y demás lindezas.
Esta alta representación, unida a la toma del poder en cientos de ayuntamientos, refleja el éxito, no de una ideología, que se puede ser independentista sin ser filo-asesino, sino de un estado de vileza moral de una parte importante de la ciudadanía vasca.

Hablamos, y con razón, de la degeneración ética de los valencianos, que apoyan mayoritariamente a un gobierno mordido por la corrupción económica. ¿Qué no pensar de esos ciudadanos que votan a los que asesinan, coaccionan y han convertido el País Vasco para aquellos que no comulgan con los independentistas en un campo de concentración?

Ya se ha dado el primer e importante paso: desproteger a los amenazados por ETA. Ahora, con un montón de dinero para gestionar y mucho poder e información para coaccionar, el itinerario de ETA para la limpieza étnica del País Vasco está más despejado.

El País Vasco recuerda los inicios de la Alemania nazi, en la que gracias a los votos de millones de “ciudadanos de bien”, asesinos psicópatas tomaron las riendas de un país mientras aquéllos les jaleaban y la mayoría de los demás miraban para otro lado cuando los trenes llenos de judíos pasaban por delante de sus casas. Porque también para otro lado miran los “honorables” votantes de los partidos nacionalistas, que en ningún caso tienen como primer punto de su orden del día el respeto a los derechos humanos de sus conciudadanos, el derecho a discrepar de sus vecinos de escalera. Unos mueven el árbol y otros recogen sus frutos, Arzallus dixit.

En el País Vasco hay centenares de miles de “ciudadanos de bien” que no merecen, habida cuenta de su bajeza moral demostrada con el voto, otro calificativo que el de escoria. Uno de ellos, ahora, es Diputado General. Ahora, y vista la pifia del Tribunal Constitucional, no nos queda otra que confiar en el Ministerio del Interior. Que sea cuanto antes. 

miércoles, 8 de junio de 2011

Ideología, estupidez y victoria electoral del PP.

Cuando un gobierno que como el de la Comunidad de Madrid ha maltratado hasta el infinito a los ciudadanos; que ha agredido a todos y cada uno de los sectores sociales y profesionales (con la excepción, eso sí, de los empresarios aguirristas); que se ha visto salpicado por tramas de corrupción organizadas; que ha degradado los servicios públicos como nunca hasta ahora; que ha repartido entre los amiguetes los mejores negocios de la región; que se ha convertido en una lacra para todos, incluidos sus compañeros de partido; cuando un gobierno tan nefasto vuelve a conseguir que la mayoría de esos ciudadanos a los que ha perjudicado vuelvan a confiarle su voto, estamos ante una situación que merece un análisis detallado. 

Sabemos ya que los ciudadanos de derechas votan siempre a los suyos. Independientemente de lo que hagan. Votan contra la izquierda, aunque la derecha les esté hurtando derechos y servicios que por derecho les corresponden. Por el contrario, los ciudadanos de izquierdas en este país no tienen tan altas cotas de fidelidad. Habiendo en España una mayoría sociológica progresista, sin embargo el apoyo de estos ciudadanos a partidos de izquierdas, es más limitado y condicionado. 

Así, cuando alguna circunstancia, como fue la guerra de Irak, agita conciencias y corazones, los progresistas dicen basta y se movilizan para echar a la derecha del poder. Pero cuando esto no sucede, entonces hay muchos que “se la cogen con papel de fumar” y encuentran cualquier excusa para quedarse en casa y no dar su voto a alguno de los partidos más cercanos a su ideología. La exigencia de los ciudadanos de izquierdas hacia la acción política de los partidos de progreso hace que, en ocasiones, ésos no tengan reparo en entregar a los conservadores el poder por un quítame allá esas pajas.

Por eso el PP se afana en desprestigiar la política. Su objetivo fundamental es hacer cundir el desánimo entre la ciudadanía y fomentar la abstención, mayoritariamente de izquierdas. Ya no propone nada, sólo critica, emponzoña y hace demagogia.

Luego están los imbéciles. El otro día entrevistaron a un joven en silla de ruedas en la Puerta del Sol, que criticaba al gobierno socialista porque con la Ley de Dependencia lo único que pretendía era dejarle en casa a cambio de un sueldo. Yo no sé si a tamaño majadero, su madre, harta como estará de limpiarle el culo, le habrá echado a patadas de casa. Seguramente no, porque las madres, no como yo, lo entienden y perdonan todo.

El PSOE está así en una encrucijada imposible: aquéllos que más se benefician con su acción de gobierno no dudan en darle la espalda a las primeras de cambio, mientras que del reservorio de votos de la derecha (incluidos los “dependientes”) no va a sacar nada aunque les ponga un piso con piscina.

Y lo malo es que el número de necios no para de crecer.

martes, 17 de mayo de 2011

¿Es éste el futuro del socialismo?

Asombrado estoy del caso de Dominique Strauss-Khan. Y no porque haya intentado violar a una camarera, cosa que entre esta gentuza acostumbrada a obtener siempre lo que quiere no llama la atención en demasía.

Estoy asombrado porque resulta que este personaje, por más datos multimillonario y Director Gerente del Fondo Monetario Internacional, era la baza del Partido Socialista Francés para desbancar a Sarkozy en las próximas elecciones presidenciales galas.

¿Estamos todos locos? ¿Con qué cara puede un partido llamado socialista proponer como líder a un individuo que marca la política económica más reaccionaria del planeta, y que mientras obliga a los países en desarrollo a apretarse el cinturón hasta que ya no quedan agujeros, él se aloja en un hotel de a 3.000 dólares la noche? Y luego nos quejamos de la desafección de la gente por la política.

Yo, en esta tesitura, me quedo con Sarkozy, porque si este es el futuro del socialismo, yo me bajo en la próxima.